Puede que no te sientas borracho, que creas que estás en plena facultad de tus aptitudes físicas, sin embargo los efectos del alcohol en tu organismo siguen presentes, puede que no los notes, pero quizás para cuando te quieras dar cuenta ya sea demasiado tarde y hayas cometido algún error más o menos grave.
Hasta la fecha se han realizado pocos estudios que nos ayudaran a comprender cómo es eso de que uno beba y se sienta bien, y sin embargo el alcohol ya esté afectando a sus capacidades cognitivas. El tema está en que el alcohol actúa un poco en silencio, es decir, nos afecta antes de lo que creemos y sus efectos duran más de lo que sentimos.
Un estudio realizado por investigadores de Lifespan ha demostrado el impacto del alcohol en nuestra capacidad para razonar y resolver problemas, se trata del primer estudio que revela cómo cambian estas habilidades cognitivas durante la subida y el descenso de los niveles de concentración de alcohol en sangre, y como percibe el sujeto estos cambios.
Para el experimento se pedía a los participantes realizar un test de aprendizaje en una pantalla táctil donde lo normal era cometer muy pocos errores, estas pruebas las realizaban durante la fase de ascenso y descenso de los niveles de concentración de alcohol en sangre.
Los investigadores observaron que estos errores aumentaban de forma drástica cuando subían los niveles de alcohol en sangre, pero tampoco bajaban tan rápido como desaparecía en estos individuos la sensación subjetiva de estar borrachos.
Alcohol y conducción
Mezclar alcohol y conducción desde luego no es nada recomendable, cada vez la gente está más concienciada, pero aún así todavía hay personas que beben y no dudan en ponerse luego al volante porque creen estar mejor de lo que están para conducir, craso error.
A la hora de pasar un test de alcoholemia, basado en los niveles de concentración de alcohol en sangre, se calcula el número de gramos de alcohol por cada 100 ml de sangre. La legislación actual permite la conducción si no se supera los 0,25 ml por litro de aire espirado o bien 0,5 gramos por litro de sangre (en el caso de los conductores nóveles 0,15 ml y 0,3 gr respectivamente).
Gracias a este estudio ha quedado claro que funciones básicas, como la velocidad motora o la rapidez con la que se procesa la información, no se recuperan tan rápidamente después de beber. Y sin embargo la sensación subjetiva de estar borracho desaparece más rápidamente. Esto explica por qué tantos individuos creen que pueden conducir con seguridad tras haber consumido alcohol.