En el artículo anterior sobre la historia del ron y la caña de azúcar ya mencionamos que en las Islas Canarias el cultivo fue aún más exitoso que en la península. Desde allí Diego Bermúdez, que acompañaba a Cristobal Colón en su segundo viaje a América, llevó en 1493 los primeros esquejes hacia La Española (actual isla de Haití y República Dominicana).
El clima tropical de las Antillas hizo que la planta se aclimatara perfectamente, cultivándose en el resto del Caribe y América del Sur, y generando una actividad económica de gran importancia.
El ron y el comercio de esclavos
Para trabajar en estas plantaciones comenzaron a llegar esclavos provenientes de Africa. Según la leyenda, uno de estos esclavos probó por casualidad el juego fermentado del que se obtenía la melaza, descubriendo sus efectos embriagantes.
Tanto si esta historia es cierta como no, fueron los trabajadores de la colonias británicas los primeros en darse cuenta que la melaza descartada de la refinación de azúcar podía convertirse en alcohol si se mezclaba con agua y se dejaba al sol.
El ron fue de gran importancia en la economía durante los siglos XVII y XVIII, utilizándose como moneda de cambio en un infame triángulo comercial donde las otras dos bases eran el comercio de melazas y de esclavos para los cañaverales.