Cualquier barman que se precie coloca vertedor de bebidas a la mayoría de sus botellas de licor, sobre todo en las más usadas. Y es que uno cuando tiene ya cierta experiencia no necesita un jigger o medidor, si ves a un barman usándolo no es que te tengas que preocupar, simplemente denota que no es lo suyo o que aún no tiene la experiencia suficiente.

La gran ventaja de los vertedores de bebidas es la rapidez y la eficacia, permite servir con un chorro continuo y homogéneo que facilita controlar la dosificación a ojo, o como diría un amigo mío, a ojímetro. Al mismo tiempo se evitan los derrames y salpicaduras propios de líquidos que salen a borbotones.

Pero los vertedores o pourers tampoco son una panacea, si bien según el modelo pueden llevar taponcito, lo ideal es que una botella la cerremos con su tapón si no la vamos a usar con regularidad. El dejar expuesta la bebida al oxígeno la deteriorá más rápidamente.

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